En los años de impunidad, las marcas en la ciudad tomaron usos y significados particulares, y comenzaron a extenderse territorialmente desde la Plaza de Mayo a los barrios de la Ciudad. Surgieron nuevos actores y, con ellos, nuevas iniciativas. En este proceso de descentralización de las iniciativas memoriales, los distintos barrios de la ciudad fueron transformándose tanto en escenario como en protagonistas de nuevas marcas de memoria. Fueron vecinos, vecinas y colectivos barriales quienes impulsaron –e impulsan hasta hoy- estas marcas, en muchos casos, en articulación con organismos de derechos humanos. A pesar de que la Plaza de Mayo sigue siendo un lugar privilegiado de conmemoración y resistencia, la realización de escraches o la colocación de baldosas contribuyó a extender el ejercicio de memoria a otros espacios de la ciudad.