Desde los inicios de la transición democrática, la comunidad educativa tuvo una participación muy activa acompañando a los organismos de Derechos Humanos y desarrollando sus propias iniciativas de memoria. A lo largo de los años, los centros de estudiantes en conjunto con docentes y autoridades de las instituciones educativas de todos los niveles, impulsaron distintos tipos de marcas, en una primera instancia marcas no tangibles y luego permanentes, en conmemoración de los estudiantes, egresados y docentes que fueron víctimas del terrorismo de Estado.